Paul Verlaine (4 Poemas)

Tú Crees en el Ron del Café...

Tú crees en el ron del café,
en los presagios, y crees en el juego;
yo no creo más que en tus ojos azulados.

Tú crees en los cuentos de hadas,
en los días nefastos y en los sueños;
yo creo solamente en tus bellas mentiras.

Tú crees en un vago y quimérico Dios,
o en un santo especial,
y, para curar males, en alguna oración.

Mas yo creo en las horas azules
y rosadas que tú a mí me procuras
y en voluptuosidades
de hermosas noches blancas.

Y tan profunda es mi fe
y tanto eres para mí,
que yo no vivo más que para ti.

Nevermore


Recuerdo, recuerdo, ¿que quieres de mí? El otoño
hacía volar el tordo a través del aire átono
y el sol lanzaba un rayo monótono
sobre el bosque amarillento donde restalla el cierzo.

Estábamos a solas e íbamos soñando,
de repente, volviendo hacia mí su mirada conmovedora:
«¿Cual fue tu día más bello?», dijo su voz de vívido oro,
su voz dulce y sonora, de lozano timbre angélical.
Una sonrisa discreta le dio la réplica
y besé su mano blanca devotamente.

¡Ah, qué perfumadas son las primeras flores
¡y qué sonido, qué murmullo encantador
el primer sí que sale de los amados labios!

Mi Sueño


Sueño a menudo el sueño sencillo y penetrante
de una mujer ignota que adoro y que me adora,
que, siendo igual, es siempre distinta a cada hora
y que las huellas sigue de mi existencia errante.
Se vuelve transparente mi corazón sangrante
para ella, que comprende lo que mi mente añora;
ella me enjuga el llanto del alma cuando llora
y lo perdona todo con su sonrisa amante.
¿Es morena ardorosa? ¿Frágil rubia? Lo ignoro.
¿Su nombre? Lo imagino por lo blando y sonoro,
el de virgen de aquellas que adorando murieron.
Como el de las estatuas es su mirar de suave
y tienen los acordes de su voz, lenta y grave,
un eco de las voces queridas que se fueron...

Green

Te ofrezco entre racimos, verdes gajos y rosas,
mi corazón ingenuo que a tu bondad se humilla;
no quieran destrozarlo tus manos cariñosas,
tus ojos regocije mi dádiva sencilla.

Llego cubierto todavía por el rocío
que las auras matinales cubrieron en mi frente;
como en la paz de un sueño se deslice a tu lado
el fugitivo instante que reposar ansío.

Cuando en mis sienes calme la divina tormenta,
reclinaré, jugando con tus bucles espesos,
sobre tu núbil seno mi frente soñolienta,
sonora con el ritmo de tus últimos besos
y que se duerma un poco mientras tú descansas.


Bio. (Nace en Metz, Francia, el 30 de marzo de 1844 y muere en París, el 8 de enero de 1896. Poeta francés, perteneciente al movimiento simbolista. La influencia de Verlaine fue grande entre sus coetáneos y no hizo más que crecer tras su fallecimiento, tanto en Francia como en el resto del mundo. En castellano, el modernismo no puede entenderse sin la figura de Verlaine. Influenció a grandes poetas del ámbito hispánico, como Rubén Darío, Manuel Machado y Pablo Neruda, entre otros).


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