Juan Sánchez Peuez (3 Poemas)




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Mi animal de costumbre me observa y me vigila.

Mueve su larga cola. Viene hasta mí

a una hora imprecisa.

Me devora todos los días, a cada segundo.

Cuando voy a la oficina, me pregunta:

"¿Por qué trabajas

Justamente aquí?"

y yo le respondo, muy bajo, casi al oído:

"Por nada, por nada."

Y como soy supersticioso, toco madera

de repente, para que desaparezca.

Estoy ilógicamente desamparado:

De las rodillas para arriba,

a lo largo de esta primavera que se inicia.

Mi animal de costumbre me roba el sol

y la claridad fugaz de los transeúntes.

Yo nunca he sido fiel a la luna ni a la lluvia ni a los

guijarros de la playa.

Mi animal de costumbre me toma por las muñecas,

me seca las lágrimas.

A una hora imprecisa

baja del cielo.

A una hora imprecisa

sorbe el humo de mi pobre sopa.

A una hora imprecisa

en que expío mi sed

pasa con jarras de vino.

A una hora imprecisa

me matará, recogerá mis huesos

y ya con mis huesos metidos en un gran saco, hará de mi

un pequeño barco,

una diminuta burbuja sobre la playa.

Entonces sí

seré fiel

a la luna

la lluvia

el sol

y los guijarros de la playa.

  

7
 

Yo me identifico, a menudo, con otra persona

que no me revela su nombre ni sus facciones.

Entre dicha persona y yo, ambos extrañamente rencorosos,

reina la beatitud y la crueldad.

Nos amamos y nos degollamos.

Somos dolientes y pequeños.

En nuestros lechos hay una iguana,

una rosa mustia (para los días de lluvia)

y gatos sonámbulos que antaño pasaron sobre los tejados.

Nosotros, que no rebasamos las fronteras,

nos quedamos en el umbral, en nuestras alcobas,

siempre esperando un tiempo mejor.

El ojo perspicaz descubre en este semejante

mi propia ignorancia, mi ausencia de rasgos

frente a cualquier espejo.

Ahora camino desnudo en el desierto.

Camino en el desierto con las manos.

 
IV

 

Me siento sobre la tierra negra

y en la hierba humildísima

y escribo con el índice

y me corrijo con los codos del espíritu.

Hilo mis frases de amor

a la intemperie bajo los árboles de muda historia.

Celebro los olvidos eternos

de mi tierra negra y ensimismada.

Al fin por fin

hago este día más límpido.

y un caballo de sol

que se asoma a lo imposible

como estrella de mar fugaz

relincha en todas las ventanas.

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